jueves, 21 de marzo de 2013

Desvanecer

Caminarías por las calles de la ciudad con un aire desteñido, olvidarías tu nombre a cada paso y arrastrarías el abrigo por la escasez de fuerzas que habita en tus brazos. Resguardarías la lluvia sobre tu llanto, mojarías tus labios con el veneno del perfume y no atenderías la preventiva del semáforo. Perderías en cada exhalación una razón de existir y al inhalar solo alimentarías tus pulmones con el humo del cigarrillo. Renunciarías a todo aquello que dibujara gestos de gozo. Te encontrarías como un alma en el limbo, muerta y sin razón de existir, o no existir. Habrías firmado ya tu resignación a los latidos y querrías con lo poco que te quedara de espíritu gritar lo desdichada que eres. Romperías en cada esquina los lazos con el universo, te salpicarías los tobillos con los charcos y solo cuando te encontraras completamente vacía te detendrías en seco y al levantar la vista le verías del otro lado de la calle. Él te miraría con picardía, cruzarías la calle entre los coches en movimiento y él lo haría también pero con prudencia, cuando estuvieran cerca desearías lanzarte a sus brazos en un intento desesperado por salvar tu vida de la sed, pero inmóvil te encontrarías clavada al piso con tus propias uñas. Él sonreiría y acariciaría tu mejilla devolviéndole el color, te tomaría por la cintura y bailaría al ritmo de la música que solo las vísceras podrían escuchar, te hablaría al oído en un lenguaje que entenderías solo cuando murieras y olfatearías con tu piel el aroma de sus párpados. En el momento menos esperado se echaría un clavado muy dentro de tus pupilas y podrían pasar segundos o milenios, no importaría porque el tiempo no existiría ni la razón para preguntarse. Él rompería el instante y te arrancaría con fiereza el beso que tendrías guardado por litros de minuto, te fundirías en la lava de su lengua y te engancharías a las comisuras de sus labios, él con su mano te desprendería el cabello y después las orejas en una caricia de interminable ternura, tomaría para si tus ojos y tus cejas, tu nariz y tus manos, tus dedos, tus senos y una a una tus vertebras convirtiéndolo todo en un gas de colores que los rodearía mientras se elevaran bajo tierra. Al final se encontraría su cuerpo chocando contra tus labios, solo tus labios, pues no habría nada más de ti que no se hubiera difuminado en el ambiente. A lo lejos se escucharía aún el dulce susurro que provendría del último año de alma tuya que existiera en el cosmos y dormirías en tu ausencia para siempre.


-Fa-

1 comentario: