-Una vez cada quinto paso se me detiene el corazón, es una enfermedad rara, ya lo verá usted, empieza un día sin darse uno cuenta y al otro ya está usted en la borda irreversible de algo mucho peor que la muerte.
Le miré atónito por unos minutos, intenté fabricar unas cuentas palabras pero mi lengua se torció hasta formar un nudo con mi campanilla.
- ¿Los síntomas? Mire, yo no soy un experto en el tema, mucho menos tengo permiso para difamar semejantes calamidades pero como le tengo a usted la confianza de todo un día de conocernos le voy a platicar.
Mis ojos se abrieron como platos, pero el nudo me impedía suplicarle que se callase.
- Primero, lo primero muchacho…..
Tosió con ganas, y claramente vi un trozo de comida de antier caer en la olla en la que parecía cocinar la cena.
- No sé si sepa pero en esa cabecita suya y debajo de esa maraña de rulos tiene usted una bolsa muy gruesa de manta, dentro de ella usted ha ido guardando las ideas que le regala el mundo. Estás ideas tienen forma de esferitas. ¿Qué cómo caben? Se preguntará usted, pues bien, cuando se ha ocupado el espacio correspondiente a su cabeza las ideas van formando grupos. Por ejemplo, está el grupo de las matemáticas y así dentro de la primera idea sobre matemáticas que fue usted a guardar se van almacenando las nuevas. Solita la bolsa va desechando las ideas que ya no sirven. Es un sistema muy fácil, me sorprende que no lo supiera, pero en fin.
Comencé a sudar de desesperación, el olor, las crueles palabras. No tenía idea de lo que hablaba pero no quería saber más.
- ….sucede que con esta enfermedad el espacio vacío dentro de la bolsa se llena a gran velocidad, sin dejar espacio para absolutamente nada. Se llena más y más y más hasta agrietarse, naturalmente los agujeros van dejando escapar todas las ideas…. Y queda así usted idiota.....
Eso, si la enfermedad no está muy avanzada, porque en los casos graves se llena tanto que el día menos esperado ¡EXPLOTA! ...Mismo resultado, pero con más pus.
Su risa escapaba entre sus encías con un poco de saliva cada tonada.
- Esa es la etapa final pero en el transcurso ¡uuy muchacho! suceden otras cosas. De pronto un día deja usted de alimentarse con comida y comienza a alimentarse con cosas que alimentan el interior ¡Hágame el amor de Dios! Primero no se nota, el alma es engañosa, se pone guapa, luce usted radiante pero con el paso del tiempo queda uno sobre los huesos.
Comenzó a picar cebolla con un gran cuchillo mientras continuaba su horrorizante narración
- No sé a usted pero lo que a mí me parece peor es esto: Deja uno de tener sentido de pertenencia, quiere usted regalar sus cosas “por qué ya no las necesita” ¡JA! Y no conforme con eso cuando se le acaba lo material empieza a donar sus palabras, se adjudica la vida propia al otro, hasta el corazón quiere arrancarse uno para entregarlo.
Usted piensa que “el otro” ante semejantes actos corresponderá de igual manera pero ¡NO! Y ¿cómo va a ser muchacho? si con trabajos puede la gente con sus propios órganos que van a andar cargando corazones ajenos, no, no. Como era de saberse el otro le regresa todo a usted... pero esas cosas ya no le pertenecen más, ellas están enojadas y ¡Con razón! ...Y es que dejarlas bajo la custodia de otro cuerpo es un acto sinvergüenza…
No pude más, me arranqué el nudo con todas mis fuerzas y exclamé con terror:
- ¡¿De qué habla usted por amor al cielo?!
Dejó las herramientas sobre la tabla y giró el cuerpo hacia mi sonriendo terriblemente.
- Ya se lo dije, de la peor enfermedad jamás vista.
- ¿La que tiene usted? ¿Qué enfermedad es esa?
- Precisamente muchacho, esa enfermedad me la detectaron hace años pero afortunadamente estoy en tratamiento.- dijo quitándose la venda que ocultaba las vacías cuencas oculares.- Se trata de una bacteria que entra por los ojos.
- -¡Válgame Dios! ¿Por los ojos?
- ¡Por los ojos! Su nombre científico es “filia extirpa coco”
- ¿Y la enfermedad? Y la enfermedad ¿Cómo se llama?
- JA!!!! ¿Cómo se llama?....“Enamoramientancia” y déjame decirte que es sumamente contagioso, pero no te preocupes aquí te encuentras a salvo, yo ya me extirpé todos los órganos que albergan la bacteria. Sólo me resta el alma y para eso es esta pócima.
¡No te asustes muchacho! ¡Regresa! Yo te puedo salvar...
[…]
- Salí corriendo sin mirar atrás pero sin poder arrancarme la imagen de aquel hombre que había preferido mutilarse el solo que quedar idiota, perdió los ojos, los dientes, algunos dedos, incluso los labios, el estómago y por supuesto los órganos sexuales...... ¡Y me preguntas por qué no creo en el amor! ¡JA!
-Fa-