domingo, 24 de marzo de 2013

Monólogo previo


Tuve una larga conversación conmigo misma, no de esas en la que uno se sienta, prende un cigarro y hasta cruza la pata para verse elegante. Más bien fue una conversación de sesiones, sesiones  de segundos, minutos, a veces horas. Tampoco es que fueran tan profundas pero me hacían llorar y a veces reír, unas que otras acababa yo retorciéndome con mi almohada y sonriendo inevitablemente.  No sé si le ha pasado, son esas cosas que a uno le cuesta explicar, y es que durante estas sesiones, a mí se me perdían el tiempo y el espacio, me transportaba automáticamente a un mundo en el que mis entrañas me manejaban como si fuese yo un carruaje, en los mejores casos lo conducían mariposa pero no puedo negar que muchas veces fueron murciélagos y cucarachas. Bueno y a todo esto, lo que yo conversaba conmigo era, bueno pues… si, el tema básicamente era usted. He dado muchas vueltas en realidad no sé por qué tanto preámbulo pues ya he terminado las sesiones y he llegado a una conclusión. Dudo un poco en compartirla, pues sabe usted que la gente dice que yo estoy loca y no quiero que juzgue mis hallazgos a partir de semejantes declaraciones. ¿Sabe? Cuando me mira de esa forma comienzo a perder el miedo, pienso que he hecho un contrato con mis pupilas, y con mis manos, y con, pues si he hecho un contrato con mi alma. Le ruego no se espante no es nada del demonio, es solo una declaración literaria, bueno esto no…. lo que en realidad quiero decirle, porque a fin de cuentas yo ¿qué tendría que estarle contando de mis pactos con mi cuerpo?, seguro ya le aburrí, perdone por favor, pero es que no puedo más yo contener este sentir, le suplico sea paciente, usted conoce mis debilidades y si me diese la espalda… Esta tarde lo he decidido, en realidad lo supe desde que me encontré entre sus brazos la primera vez, no me malinterprete, esto no es algo meramente físico pero me pareció lindo decirlo así. ¿Recuerda aquel día? Justo ayer lo estaba recordando y bueno, disculpe el atrevimiento, creo que es mejor dejarlo así, por el bien de los dos. Que tenga buena noche. Bueno, espere un momento, no quiero ser brusca, por favor perdóneme…..Yo le amo.
-Fa-

jueves, 21 de marzo de 2013

Mortal succión


Entraba el sol por la ventana, el toquido repicante de la puerta avisando la entrada permitida o no de la enfermera. - Buenos días Sr.- bajo las sábanas descansaba el apenas palpitante cuerpo de un hombre, no sabría reconocer su edad pero pisaba el séptimo piso de su vida, rozando el octavo quizás. En cuanto abrió los ojos lagañosos refunfuñaba sin sentido y tocía de un modo preocupante. La enfermera pasó su mano por la arrugada frente y lo sentó sobre la cama. Sobre sus piernas colocaba una charola con el desayuno, misma rutina: un plato con avena, puré de frutas y un cóctel amplio de pastillitas de todos colores, tamaños y procedencias. Su gesto helaba mis huesos a pesar de que sabía que era mi trabajo, sentía una profunda melancolía llenar sus ojos y recorrer su rostro hasta sus labios. La enfermera se sienta junto a él y comienza a hablarle, no escucho solo veo sus labios moverse con ternura. Lo levantaba poco a poco de la cama hasta acercarle su moderna andadera y ponerlo de pie, el daba 5 pasos hacia el baño. De pronto volví a escuchar a través de la puerta, la regadera. Sale ya vestido con un pantalón de resorte y una camisa manga corta. Sentía que me miraba, sabía que me miraba, no me gustaba ya mi trabajo. Se sentaba junto a la ventana y ella le acercaba el tablero de ajedrez. Unas cuantas jugadas mediocres y él se desesperaba, no recordaba. Comenzaba a llorar en silencio mirando hacia la ventana, una vez más yo no le escuchaba. Ella acariciaba sus manos y conversaba. Volví a escuchar. Él le contaba cosas de su pasado, cosas que entre sus arrugas se escondían pero que él no recordaba del todo, casi todo lo había olvidado. Debía cumplir mi tarea esa misma noche, - Se encuentra solo, que más da-pensaba yo. Pero cada día que pasaba me sorprendía más la soledad de aquel hombre. Evitaba recordar sus gestos de amargura, sus intentos retorcidos por traer a su mente viejas memorias. Cada día olvidaba algo más. Llevaba yo meses observándolo, no suelo hacer eso, yo sólo ocurro, no espero, pero él era diferente, era triste. “¿cómo los hombres desprecian el camino recorrido, como llevan a sus propios padres al aislamiento de una cama o un cuarto vacíos, por que los hombres se dejan hundir en la enfermedad, por que debían dejar de pensar y de esforzar sus cerebros y sus cuerpos hasta irlos dejando como telas de seda? “ Aquella noche no pude más, decidí hacerlo mientras dormía, no quería verlo sufrir. Me abalancé sobre su cuerpo con una gracia inigualable, acaricié su rostro y succioné su alma para siempre.
-Fa-

Dos pies y un bastón

Cruza por la ventana la risa de la niña todos los días a las 2 de la tarde, me gusta observar, no tendrá más de 7 años, uniformada pero ya desaliñada; puestos, los restos de lo que fue un jumper limpio y bien planchado, sus coletas ya chuecas, mugre en las rodillas: víctima segura de varias rondas de “Doña Blanca”. Trota por la acera cantando melodías que identifico pero solo a veces recuerdo. Me invade de energía, disfruto tararear sus canciones, me provoca viajar en el tiempo con cierto aire de nostalgia y sin embargo… mi parte favorita de la escena es observar los rectos pasos que la acompañan 2 metros atrás, dos pies y un bastón de bajo presupuesto: una rama quizás, gruesos lentes, sombrero de paja, el cuerpo cubierto de arrugas y sobre todo, el detalle perfecto, el toque más noble… sobre sus hombros descansa siempre una grande y sucia mochila escolar rosa.
-Fa-

De las rectas, la final


Todos caminamos por el mismo sendero, aquel que empieza con el fuerte llanto que proviene de la primer entrada de oxígeno y termina con una mirada perdida, el inevitable desprendimiento del alma. Nos existen los mismos obstáculos, tropezamos solo con algunos, o con todos, nos levantamos o no. Emprendemos el viaje, con gusto o disgusto, nos enamoramos perdidamente o vivimos jurando que nunca hemos amado, fumamos un tabaco o tosemos con desdén. Creemos en Dios y nos sentimos libres o nos sentimos libres por no creer en Dios, comemos, bailamos reímos y tenemos sexo, o no. Despreciamos la recta final de la carrera con un desdén inigualable, por miedo, soberbia o estrategia, pero lo hacemos, eso si lo hacemos todos sin recordar que algún día tendremos que enfrentarla y ¡más nos vale pavimentar el camino!
-Fa-

Querida sombra


Corrí lo más lejos que pude, alejándome poco a poco de la cuenta regresiva. Pensé en la gran piedra pero me pareció demasiado común, ¡detrás de esa frondoso árbol ¡ pensé, pero ya estaban ahí todos ocultos. Recorrí todo el lugar, entre la muchedumbre, bajo el carrito de los helados, tras la resbaladilla o entre los arbustos. Me había escondido ya en todos esos lugares, el parque me parecía demasiado pequeño. Cuando decidí rendirme y encaminarme a casa, una luz blanca que provenía de arriba iluminó mis manos: Debieron patear muy lejos esa pelota, ¡se ha atorado en el cielo!- me dije a mi mismo.
Decidí sentarme recargando mi espalda en una gran pared sobre el camino donde más temprano paseaban las bicicletas… pero no me encontraba solo. Pegué un brinco cuando lo vi sentándose a mi lado cuando el faro se encendió, no lo conocía y es que nunca antes lo había visto, estaba demasiado cerca y comenzaba a sentirme invadido así que lo miré de reojo, iba todo vestido de negro y debía tener la piel muy oscura pues no distinguía sus rasgos, no es que fuera racista pero preferí alejarme así que me paré, pero él lo hizo también. Debía medir lo mismo que yo y de hecho tenía el mismo peinado pero era mucho más flaco, casi no se separaba de la pared. Me crucé de brazos pero él me imitó al instante, comenzaba a molestarme, así que le pregunté: Y tú ¿Qué quieres? Pero no obtuve respuesta. Se creía muy listo ¡Pero yo lo era más! Comencé a correr pero él corría a mi lado sin separarse, quizá quería que lo ayudara, me detuve en seco, ¿Es esa tu pelota verdad? Le dije señalando al cielo mientras él apuntaba a la misma dirección, no me contestó pero por su ademán supuse que estaba en lo correcto, no le desearía esa suerte a nadie, vaya que perder una pelota tan grande no es cosa fácil. Me propuse ayudarlo, después de todo, no me había hecho nada- No te preocupes, podemos jugar otra cosa. Me puse de frente a él y le extendí la mano, él me imitó, traté de sacudirla en señal de pacto pero era demasiado delgado, podía sentir mi propia piel al intentar tomar la suya, no le di mucha importancia, comencé a correr y girar, a saltar y gritar y él lo hacía también, bueno él no gritaba, era muy tímido, lo supe cuando al alejarme de la pared él se acostaba sobre el piso y no lograba ponerlo de pie.
Esa noche me divertí más que nunca, él corría igual que yo, saltaba tan alto como yo, incluso se cansaba cuando yo, me pareció siempre tan extraño… ¡Ahora lo entiendo! y es que nunca me sentí tan acompañado como cuando me encontré completamente solo.



-Fa-

Anatomía básica del ojo humano



Perdida en una superficie de la oscuridad más profunda y absolutamente vacía, fondo, techo y paredes del negro más negro y sin embargo tan cálido, tan abrazador que creería que he nacido y vivido en ese pozo sombrío más de un millar de vidas, doy un paso y noto como mis pies se encuentran sobre un líquido denso que crea ondas circulares que me ahogan del modo más dulce, me sumerjo por siglos de sombras y al salir bañada en una capa gruesa de petróleo puro camino a las orillas donde se producen risas que llenan de constelaciones mis pasos y me llevan sin saberlo a un bosque lleno de misterios que giran, me enrollan y me hacen volar al ras del cielo como raíces de árboles que cuentan historias en lenguas antiguas. Caleidoscopio lunar que me transporta a un río de almas perdidas, las carcajadas me invaden la garganta y no puedo contener la euforia encerrada en mi piel. De pronto siento una necesidad impetuosa de callar y perderme en el silencio de una habitación tan blanca que emana una luz de una paz tal que me inquieta, me tensa los músculos, me hace temblar y caer sobre el suave pavimento de pasiones engarzadas, cada roce me provoca un placer incontenible, gimo y me retuerzo sin control. Podría desarmarme y sentirme aún completa. Las extrañas puertas horizontales de salida se cierran lentamente ante el peso de los delgados guardianes que cuelgan deseando besar a los de abajo, parecen pequeñas eternidades los instantes que tardan en abrazarse y al hacerlo me expulsan en un remolino sin enfoque que me deja de rodillas sobre mi realidad...

Y de pronto, todo parece claro, los segundos viajan a los pulmones para llenarlos de paciencia y a cada exhalación dejan escapar un aire de victoria. Mis músculos cobran la fuerza necesaria para cargar el sol sobre mis hombros. No hay imposibles. Reflexiono un momento, quizás dos mientras mi rostro esboza inevitablemente la sonrisa más sensata y firme que jamás haya pronunciado un ser: “Siempre he creído que el amor nace y vive de miradas, y si el mío por ti ha de escribirse con esta aquí descrita, me declaro en un estado de total, absoluta e irrevocable entrega."

-Fa-

Desvanecer

Caminarías por las calles de la ciudad con un aire desteñido, olvidarías tu nombre a cada paso y arrastrarías el abrigo por la escasez de fuerzas que habita en tus brazos. Resguardarías la lluvia sobre tu llanto, mojarías tus labios con el veneno del perfume y no atenderías la preventiva del semáforo. Perderías en cada exhalación una razón de existir y al inhalar solo alimentarías tus pulmones con el humo del cigarrillo. Renunciarías a todo aquello que dibujara gestos de gozo. Te encontrarías como un alma en el limbo, muerta y sin razón de existir, o no existir. Habrías firmado ya tu resignación a los latidos y querrías con lo poco que te quedara de espíritu gritar lo desdichada que eres. Romperías en cada esquina los lazos con el universo, te salpicarías los tobillos con los charcos y solo cuando te encontraras completamente vacía te detendrías en seco y al levantar la vista le verías del otro lado de la calle. Él te miraría con picardía, cruzarías la calle entre los coches en movimiento y él lo haría también pero con prudencia, cuando estuvieran cerca desearías lanzarte a sus brazos en un intento desesperado por salvar tu vida de la sed, pero inmóvil te encontrarías clavada al piso con tus propias uñas. Él sonreiría y acariciaría tu mejilla devolviéndole el color, te tomaría por la cintura y bailaría al ritmo de la música que solo las vísceras podrían escuchar, te hablaría al oído en un lenguaje que entenderías solo cuando murieras y olfatearías con tu piel el aroma de sus párpados. En el momento menos esperado se echaría un clavado muy dentro de tus pupilas y podrían pasar segundos o milenios, no importaría porque el tiempo no existiría ni la razón para preguntarse. Él rompería el instante y te arrancaría con fiereza el beso que tendrías guardado por litros de minuto, te fundirías en la lava de su lengua y te engancharías a las comisuras de sus labios, él con su mano te desprendería el cabello y después las orejas en una caricia de interminable ternura, tomaría para si tus ojos y tus cejas, tu nariz y tus manos, tus dedos, tus senos y una a una tus vertebras convirtiéndolo todo en un gas de colores que los rodearía mientras se elevaran bajo tierra. Al final se encontraría su cuerpo chocando contra tus labios, solo tus labios, pues no habría nada más de ti que no se hubiera difuminado en el ambiente. A lo lejos se escucharía aún el dulce susurro que provendría del último año de alma tuya que existiera en el cosmos y dormirías en tu ausencia para siempre.


-Fa-

Filia extirpa coco




-Una vez cada quinto paso se me detiene el corazón, es una enfermedad rara, ya lo verá usted, empieza un día sin darse uno cuenta y al otro ya está usted en la borda irreversible de algo mucho peor que la muerte.

Le miré atónito por unos minutos, intenté fabricar unas cuentas palabras pero mi lengua se torció hasta formar un nudo con mi campanilla.

- ¿Los síntomas? Mire, yo no soy un experto en el tema, mucho menos tengo permiso para difamar semejantes calamidades pero como le tengo a usted la confianza de todo un día de conocernos le voy a platicar.

Mis ojos se abrieron como platos, pero el nudo me impedía suplicarle que se callase.

- Primero, lo primero muchacho…..

Tosió con ganas, y claramente vi un trozo de comida de antier caer en la olla en la que parecía cocinar la cena.

- No sé si sepa pero en esa cabecita suya y debajo de esa maraña de rulos tiene usted una bolsa muy gruesa de manta, dentro de ella usted ha ido guardando las ideas que le regala el mundo. Estás ideas tienen forma de esferitas. ¿Qué cómo caben? Se preguntará usted, pues bien, cuando se ha ocupado el espacio correspondiente a su cabeza las ideas van formando grupos. Por ejemplo, está el grupo de las matemáticas y así dentro de la primera idea sobre matemáticas que fue usted a guardar se van almacenando las nuevas. Solita la bolsa va desechando las ideas que ya no sirven. Es un sistema muy fácil, me sorprende que no lo supiera, pero en fin.

Comencé a sudar de desesperación, el olor, las crueles palabras. No tenía idea de lo que hablaba pero no quería saber más.

- ….sucede que con esta enfermedad el espacio vacío dentro de la bolsa se llena a gran velocidad, sin dejar espacio para absolutamente nada. Se llena más y más y más hasta agrietarse, naturalmente los agujeros van dejando escapar todas las ideas…. Y queda así usted idiota.....
Eso, si la enfermedad no está muy avanzada, porque en los casos graves se llena tanto que el día menos esperado ¡EXPLOTA! ...Mismo resultado, pero con más pus.

Su risa escapaba entre sus encías con un poco de saliva cada tonada.

- Esa es la etapa final pero en el transcurso ¡uuy muchacho! suceden otras cosas. De pronto un día deja usted de alimentarse con comida y comienza a alimentarse con cosas que alimentan el interior ¡Hágame el amor de Dios! Primero no se nota, el alma es engañosa, se pone guapa, luce usted radiante pero con el paso del tiempo queda uno sobre los huesos.

Comenzó a picar cebolla con un gran cuchillo mientras continuaba su horrorizante narración

- No sé a usted pero lo que a mí me parece peor es esto: Deja uno de tener sentido de pertenencia, quiere usted regalar sus cosas “por qué ya no las necesita” ¡JA! Y no conforme con eso cuando se le acaba lo material empieza a donar sus palabras, se adjudica la vida propia al otro, hasta el corazón quiere arrancarse uno para entregarlo.
Usted piensa que “el otro” ante semejantes actos corresponderá de igual manera pero ¡NO! Y ¿cómo va a ser muchacho? si con trabajos puede la gente con sus propios órganos que van a andar cargando corazones ajenos, no, no. Como era de saberse el otro le regresa todo a usted... pero esas cosas ya no le pertenecen más, ellas están enojadas y ¡Con razón! ...Y es que dejarlas bajo la custodia de otro cuerpo es un acto sinvergüenza…

No pude más, me arranqué el nudo con todas mis fuerzas y exclamé con terror:

- ¡¿De qué habla usted por amor al cielo?!

Dejó las herramientas sobre la tabla y giró el cuerpo hacia mi sonriendo terriblemente.

- Ya se lo dije, de la peor enfermedad jamás vista.

- ¿La que tiene usted? ¿Qué enfermedad es esa?

- Precisamente muchacho, esa enfermedad me la detectaron hace años pero afortunadamente estoy en tratamiento.- dijo quitándose la venda que ocultaba las vacías cuencas oculares.- Se trata de una bacteria que entra por los ojos.

- -¡Válgame Dios! ¿Por los ojos?

- ¡Por los ojos! Su nombre científico es “filia extirpa coco”

- ¿Y la enfermedad? Y la enfermedad ¿Cómo se llama?

- JA!!!! ¿Cómo se llama?....“Enamoramientancia” y déjame decirte que es sumamente contagioso, pero no te preocupes aquí te encuentras a salvo, yo ya me extirpé todos los órganos que albergan la bacteria. Sólo me resta el alma y para eso es esta pócima.
 ¡No te asustes muchacho! ¡Regresa! Yo te puedo salvar...



[…]


- Salí corriendo sin mirar atrás pero sin poder arrancarme la imagen de aquel hombre que había preferido mutilarse el solo que quedar idiota, perdió los ojos, los dientes, algunos dedos, incluso los labios, el estómago y  por supuesto los órganos sexuales...... ¡Y me preguntas por qué no creo en el amor! ¡JA!


-Fa-

Proyecto tortura


Con suavidad bajó los brazos como un acto de rendición, giró su rostro hacia la ventana y con horror dobló la vista ocultando sus ojos con sus agrietadas manos. La imagen era clara y lo suficientemente real como para paralizarlo en aquel inhóspito lugar para siempre. Tras un largo rato de negación visual, deslizó sus manos hasta que el peso de las mismas las apartó muy lejos de su rostro, hizo consciencia de lo que lo atrapaba, las paredes proyectaban en  espejos las escenas que lo torturarían hasta el final de su existir, como relámpagos, en el techo y el piso también, una tras otra iluminaban su gesto paralizado; el terror se albergaba en sus ojos inmóviles que se secaban ante la imposibilidad de parpadear. De pronto la textura de sus piel comenzaba a parecerle extraña, ajena a sus células,  le provocaba un agresivo dolor en los dedos, después en su cuello, en su torso, sus piernas y al final en todo el cuerpo. El ruido era insoportable, provenía de todos lados  a un volumen indeseable y lo obligó a retorcerse y azotarse muy a pesar del profundo dolor que recorría cada centímetro que le pertenecía golpeándose contra el piso y después la pared, el techo y otra vez el piso perdiendo toda dimensión del espacio y  regando por toda  la habitación la sangre ardiente que provenía de sus oídos. La gravedad le arrancó la posibilidad de usar sus manos para cubrirse y así fue en un instante con todo su cuerpo desnudo. Los gritos ahogados en el tiempo y el espacio se desvanecían cruzando la puerta donde los demás se encontraban ce Agonías anónimas
-Pobre descripción a la merced de la muy personal perspectiva de cada lector, donde cada quien encontrará aquello que le tortura.
nando.
-Fa-