jueves, 21 de marzo de 2013

Dos pies y un bastón

Cruza por la ventana la risa de la niña todos los días a las 2 de la tarde, me gusta observar, no tendrá más de 7 años, uniformada pero ya desaliñada; puestos, los restos de lo que fue un jumper limpio y bien planchado, sus coletas ya chuecas, mugre en las rodillas: víctima segura de varias rondas de “Doña Blanca”. Trota por la acera cantando melodías que identifico pero solo a veces recuerdo. Me invade de energía, disfruto tararear sus canciones, me provoca viajar en el tiempo con cierto aire de nostalgia y sin embargo… mi parte favorita de la escena es observar los rectos pasos que la acompañan 2 metros atrás, dos pies y un bastón de bajo presupuesto: una rama quizás, gruesos lentes, sombrero de paja, el cuerpo cubierto de arrugas y sobre todo, el detalle perfecto, el toque más noble… sobre sus hombros descansa siempre una grande y sucia mochila escolar rosa.
-Fa-

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