Todos caminamos por el mismo sendero, aquel que empieza con el fuerte llanto que proviene de la primer entrada de oxígeno y termina con una mirada perdida, el inevitable desprendimiento del alma. Nos existen los mismos obstáculos, tropezamos solo con algunos, o con todos, nos levantamos o no. Emprendemos el viaje, con gusto o disgusto, nos enamoramos perdidamente o vivimos jurando que nunca hemos amado, fumamos un tabaco o tosemos con desdén. Creemos en Dios y nos sentimos libres o nos sentimos libres por no creer en Dios, comemos, bailamos reímos y tenemos sexo, o no. Despreciamos la recta final de la carrera con un desdén inigualable, por miedo, soberbia o estrategia, pero lo hacemos, eso si lo hacemos todos sin recordar que algún día tendremos que enfrentarla y ¡más nos vale pavimentar el camino!
-Fa-
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